La
teoría pedagógica es el marco de pensamiento compuesto por valores, creencias y
supuestos básicos, que le permiten al docente comprender, dirigir, repensar y
transformar las acciones que contribuyen a que los seres humanos eleven sus
niveles intelectivos y adquieran las herramientas que en un futuro les
permitirán asumir su vida en forma consciente y libre.
Escolástica
Para
otros usos de este término, véase Escolástica (santa).
La
escolástica (del latín scholasticus, y éste a su vez del griego σχολαστικός
[aquel que pertenece a la escuela]) es el movimiento teológico y filosófico que
intentó utilizar la filosofía grecolatina clásica para comprender la revelación
religiosa del cristianismo.
La
escolástica fue la corriente teológico-filosófica dominante del pensamiento
medieval, tras la patrística de la Antigüedad tardía, y se basó en la
coordinación entre fe y razón, que en cualquier caso siempre suponía una clara
subordinación de la razón a la fe (Philosophia ancilla theologiae -la filosofía
es sierva de la teología-).
Dominó
en las escuelas catedralicias y en los estudios generales que dieron lugar a
las universidades medievales europeas, en especial entre mediados del siglo XI
y mediados del XV.
Su
formación fue, sin embargo, heterogénea, ya que acogió en su seno corrientes
filosóficas no sólo grecolatinas, sino también árabes y judaicas. Esto causó en
este movimiento una fundamental preocupación por consolidar y crear grandes
sistemas sin contradicción interna que asimilasen toda la tradición filosófica
antigua. Por otra parte, se ha señalado en la escolástica una excesiva
dependencia del argumento de autoridad y el abandono de las ciencias y el
empirismo.
Pero
la Escolástica también es un método de trabajo intelectual: todo pensamiento
debía someterse al principio de autoridad, y la enseñanza se podía limitar en
principio a la repetición de los textos antiguos, y sobre todo de la Biblia
(principal fuente de conocimiento). A pesar de todo ello, la escolástica
incentivó la especulación y el razonamiento, pues suponía someterse a un rígido
armazón lógico y una estructura esquemática del discurso que debía exponerse a
refutaciones y preparar defensas.
Conversión al cristianismo
En
385 Agustín se convirtió al cristianismo. Fue en Milán donde se produjo la
última etapa antes de su conversión: empezó a asistir como catecúmeno a las
celebraciones litúrgicas del obispo Ambrosio, quedando admirado de sus prédicas
y su corazón. Entonces decidió romper definitivamente con el maniqueísmo. Esta
noticia llenó de gozo a su madre, que había viajado a Italia para estar con su
hijo, y que se encargó de buscarle un matrimonio acorde con su estado social y
dirigirle hacia el bautismo. En vez de optar por casarse con la mujer que
Mónica le había buscado, decidió vivir en ascesis; decisión a la que llegó
después de haber conocido los escritos neoplatónicos gracias al sacerdote
Simpliciano. Los
platónicos le ayudaron a resolver el problema del materialismo
y el del mal. San Ambrosio le ofreció la clave para interpretar el Antiguo
Testamento y encontrar en la Biblia la fuente de la fe. Por último, la lectura
de los textos de san Pablo le ayudó a solucionar el problema de la mediación y
de la gracia. Según cuenta el mismo Agustín, la crisis decisiva previa a la
conversión, se dio estando en el jardín con su amigo Alipio, reflexionando
sobre el ejemplo de Antonio, oyó la voz de un niño de una casa vecina que
decía: toma y lee,10 11 y entendiéndolo como una invitación divina, cogió la
Biblia, la abrió por las cartas de Pablo y leyó el pasaje. Al llegar al final
de esta frase se desvanecieron todas las sombras de duda.
En
386 se consagró al estudio formal y metódico de las ideas del cristianismo.
Renunció a su cátedra y se retiró con su madre y unos compañeros a Casiciaco,
cerca de Milán, para dedicarse por completo al estudio y a la meditación. El 24
de abril de 387, a los treinta y tres años de edad, fue bautizado en Milán por
el santo obispo Ambrosio. Ya bautizado, regresó a África, pero antes de embarcarse,
su madre Mónica murió en Ostia, el puerto cerca de Roma.
La educacion en la edad media
En
la edad media la educacion se basaba en el catolisismo ya que era la principal
religion
En
la edad media se estudiaba la astronomia especificamente en los siglos IX y X
Durante
siglos, la enseñanza, el aprendizaje, el conocimiento escaso que se había
rescatado de las culturas griega y romana, estuvieron asociados a la Iglesia
Católica y, sobre todo, a las necesidades que ella tenía (como, por ejemplo, en
los servicios religiosos y la lectura de los libros sagrados). El latín fue
escogido como idioma oficial de la Iglesia, por eso durante todo este período
en la enseñanza como en el intercambio de conocimiento fue el latín la lengua
que se usó. Debe decirse que en toda esta época no había mucha matemática
disponible, aunque en el currículo educativo para las pocas escuelas que hubo
se le dio cierto énfasis a las matemáticas. Por ejemplo, el modelo educativo
estaba formado por lo que se llama el cuadrivium y el trivium. El primero
estaba constituido por geometría, aritmética, astronomía y música. El trivium:
por retórica, gramática y dialéctica . Sin embargo, como hemos dicho, el nivel
matemático era bajo, apenas una aritmética y una geometría muy elementales.
El sistema feudal
En
el sistema feudal, el poder político estaba encabezado por un rey, pero éste
era un gobernante con muy poco poder. De hecho, eran los grandes nobles los que
tenían el poder, mandando cada uno en sus tierras (llamadas dominios, feudos o
señoríos). Por eso se dice que el feudalismo se caracteriza por la existencia
de una “soberanía fragmentada” o lo que es lo mismo una “fragmentación del
poder político”.
Como
podéis ver en el mapa superior de Francia en el siglo XI, las tierras que
efectivamente controlaba el rey (en celeste) eran muy pocas, el resto estaban
bajo el dominio de condes, duques, vizcondes y señores feudales.
Uno
de los rasgos que caracteriza al feudalismo es que la nobleza (la clase social
dominante) ejerce un monopolio exclusivo de la ley y la justicia. Esto quiere
decir que sólo los miembros de la nobleza podían imponer la ley y la justicia.
En contrapartida, los campesinos no podían acceder a estos privilegios.
Por
otro lado tenemos que explicar que la concesión de feudos o territorios que el
monarca otorgaba a los nobles o vasallos que hubieran destacado en la guerra o
en otra forma de servicio era común y el modo de reconocer el valor de los
caballeros o nobles que acudían a la batalla. Esta donación no obedecía
solamente a la generosidad de los soberanos, sino que constituía una manera de
asegurar la defensa y la unión del reino. Su entrega se suscribía durante la
realización de un acto de gran solemnidad que se dividía en tres etapas:
homenaje, juramento de fidelidad e investidura.
DIALÉCTICA
Proviene
del griego dialectiqué, tecné, arte del diálogo o disputa. Este término tiene
en filosofía varios significados. Para Platón, d. es un método concreto de
argumentación; en la Edad Media es sinónimo de lógica formal; en Hegel y Marx
es una ley que rige todo proceso. Por consiguiente, es necesario recorrer la
historia de la filosofía para apuntar los diversos matices de d.
1. Edad Antigua. No todas las acepciones
históricas de d. siguen en vigor. Aún se emplea, sin embargo, en el mismo
sentido que la usaban los sofistas (v.), que discutían, y enseñaban a discutir,
con el único fin de vencer a sus contrincantes, sin preocuparse de la verdad ni
del rigor formal de sus argumentos. Contra ellos escribió Aristóteles su libro
Los Argumentos Sofísticos.
Sócrates (v.) también entendía la d. como
discusión. Pretendía ignorar la respuesta que se daba a las preguntas que hacía
a sus alumnos, quienes, obligados a responder de algún modo, eran llevados así,
por preguntas sucesivas, hacia la verdad. Su finalidad era mostrar el carácter
parcial y, por tanto, falaz de las respuestas, para ir sacando del espíritu de
sus jóvenes seguidores una verdad universal.
Platón (v.). La estructura y meta de la
d. platónica no son muy diferentes de las de la d. socrática, al menos en el
sentido en que se emplea el término en la República. Aquí, la finalidad de la
d. es aclarar nuestro conocimiento de las ideas o formas, de dos modos:
facilitándonos el acceso desde el mundo sensible al mundo de las ideas y
distinguiendo las ideas unas de otras. La d., según nos dice Platón, sería
materia obligada de conocimiento para los guardianes o clase gobernante de su
república.
Un sentido muy concreto de d. aparece en
el diálogo Fedro. La d. consiste en escoger un género amplio y llegar a una
definición concreta de alguna especie dentro de ese género, a base de la
explicitación de los géneros sucesivos.
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